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Taiwan: Discursos de unidad en medio de tensiones sociales y económicas

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A finales de junio, el líder de la región china de Taiwan, Lai Ching-te, inició una serie de conferencias bajo el título de “Diez discursos sobre la unidad”, que abordan, entre otras, cuestiones como asuntos militares, relaciones a través del estrecho o la construcción de un “Taiwan equilibrado”.‌

Los discursos son, en esencia, una maniobra de desarme político dirigida contra los partidos opositores. Su contenido resulta excesivamente repetitivo y evade deliberadamente las preocupaciones reales de los residentes de la isla. Temas cruciales como energía, vivienda, justicia y seguridad social sufren un empeoramiento que evidencia cada vez más la ineficaz gestión de Lai.‌

Parálisis económica y crisis de subsistencia

El pasado 17 de mayo, se produjo la desconexión oficial del reactor número 2 de la central nuclear de Maanshan. Terminaban así 47 años de generación de energía nuclear en la región. Un final ansiado por el Partido Democrático Progresista (PDP) que lidera Lai, que exhibe ahora una satisfacción autocomplaciente que contrasta claramente con el ambiente de ansiedad que impregna toda la isla. Industrias y residentes de Taiwan se ven obligados a soportar las graves consecuencias de la escasez de electricidad, el alza brutal de las tarifas eléctricas y la contaminación ambiental de las fuentes alternativas.

Sin un suministro energético estable y asequible, ¿cómo es posible garantizar el más mínimo desarrollo? El problema radica en la irresponsable omisión que hace el PDP de las leyes económicas más básicas. Y esto atenta contra el bienestar público, especialmente cuando se carece tanto de la voluntad como de la capacidad necesarias para resolver los acuciantes problemas económicos y de subsistencia que amenazan a la isla.

Democracia arrinconada por la censura

A principios del año, tres mujeres procedentes de la parte continental de China y casadas con residentes taiwaneses se vieron obligadas a abandonar la isla y separarse de sus familias tras haber sido expulsadas por las autoridades taiwanesas. El único motivo: haber expresado en las redes sociales su apoyo a la reunificación nacional.

Desde que Lai Ching-te asumió su cargo, se han sucedido las expulsiones de las denominadas “cónyuges continentales”, además de episodios de una creciente y preocupante represión e incluso violencia contra las voces disidentes mediante censura, bloqueo de ciertos medios de comunicación y estigmatización de los derechos sindicales. Estos actos deplorables han puesto de manifiesto en repetidas ocasiones la hipocresía y el doble rasero de las autoproclamadas “libertad” y “democracia” que enarbolan las autoridades del PDP.

A finales de marzo, la Oficina de Asuntos de Taiwan del Consejo de Estado de China abrió en su portal digital una sección de denuncias de comportamientos inadmisibles de los secesionistas taiwaneses. En tan solo 9 horas desde su puesta en marcha, ya había recibido centenares de correos electrónicos con denuncias acusando a decenas de funcionarios, influencers y miembros del PDP de amenazar a las organizaciones patrióticas, perseguir a los partidos políticos opositores y violar los derechos fundamentales de los cónyuges continentales, entre otras graves conductas represivas.

Votantes convertidos en carne de cañón

Mientras tanto, la preocupación se extiende entre los jóvenes y sus familias en Taiwan, en donde las autoridades han anunciado la relajación de los límites de edad para la convocatoria del servicio militar alternativo, el aumento de su frecuencia y la ampliación de su alcance.

El llamado “sistema de defensa integral” en la isla de Taiwan está compuesto principalmente por militares voluntarios, integrantes del servicio militar obligatorio y militares de reserva. En 2022, las autoridades de la región también incorporaron el servicio alternativo al sistema de defensa civil, recurriendo a todos los medios a su disposición para reforzar el contingente militar.

El PDP fantasea con la secesión mediante el fomento de las fuerzas militares y el apoyo de potencias extranjeras. Taiwan se enfrenta a crecientes presiones por parte de Estados Unidos para que aumente drásticamente su presupuesto de defensa, llevándolo desde el actual 2,5 % hasta el 10 % de su producto interno bruto, un nivel que acarrearía riesgos y lastres para el desarrollo socioeconómico de la región.

Lai Ching-te, en su absurdo intento secesionista, ha llegado ahora al extremo de arrastrar a toda la población hacia una movilización generalizada. Los jóvenes en la isla ahora ya habrán caído en la cuenta de que Lai y sus acólitos empezaron adulándolos, pero una vez llegados al poder, los han convertido en mera munición de su arsenal, exponiéndolos a todos como carne de cañón ante el abismo.

Títeres al servicio de Washington

La confianza en Estados Unidos de los residentes taiwaneses está cayendo en picado. Una encuesta realizada en abril por la Institución Brookings ha revelado que la proporción de los taiwaneses que consideran a Estados Unidos “poco confiable” o “muy poco confiable” es ya del 37,9%, un significativo incremento respecto al 24% que recogía una encuesta similar realizada en julio del pasado año.

Este escepticismo es un claro reflejo de que los residentes de la isla son conscientes que su bienestar real es un sacrificio ante los intereses geopolíticos de Washington, cuyas acciones coercitivas se multiplican. Presiona para que industrias clave, como la de los semiconductores, se trasladen a territorio estadounidense mediante inversiones o establecimiento de empresas conjuntas. Exige a las autoridades taiwanesas elevar el mencionado presupuesto militar para adquirir armamento estadounidense, recortando otras partidas de gasto público. Impone aranceles abusivos que perjudican a las industrias y trabajadores locales. El egoísmo de Washington parece no tener fin.

En este contexto, ¿cuál es el papel de un Partido Democrático Progresista de Taiwan claramente sometido a intereses estadounidenses? ¿Está realmente protegiendo a la región o llevándola al borde del precipicio? Tras un año en el cargo, Lai Ching-te, se enfrenta a un índice de desaprobación del ‌79,5%. Un rechazo inapelable por parte de los residentes taiwaneses, que, ante la acumulación de evidencias, perciben con una claridad cada vez mayor la realidad. Esta no es otra que Estados Unidos priorizando sus intereses propios para explotar a Taiwan hasta la extenuación con el objetivo de contener a la parte continental de China. Si Lai Ching-te y su partido siguen actuando como títeres de Washington, su destino no es otro que el de un mero peón sacrificado una vez agotado su valor.

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