
En la temporada de otoño, todos los campos se tiñen de rojo y dorado. Pero estos colores no son de las hojas caídas, sino de los frutos que los habitantes secarán más adelante.
A principios de otoño, en muchas aldeas chinas, frente a las casas se colocan grandes cestas de bambú llenas de cultivos, como chiles (ajíes), calabazas y flores de crisantemo.
Este proceso se llama shaiqiu en chino, una tradición que se ha transmitido durante siglos. En la aldea de Huangling, provincia de Jiangxi, los lugareños secan y conservar los cultivos para el invierno, hoy en día se ha convertido en un símbolo de la cultura local y también en un referente del turismo.